El efecto invernadero se define como el recalentamiento de la atmósfera terrestre. Aunque durante años este efecto fue discutido y rebatido por científicos y políticos, en la actualidad es un hecho innegable y el cambio del clima global así lo demuestra.
Se produce cuando al quemarse aceite, carbón o madera, se libera dióxido de carbono en la atmósfera, el cual absorbe la energía calórica de la superficie del planeta en lugar de dejarla escapar hacia el espacio.
Este es un efecto natural sin el cual la temperatura sería tan baja que no podría desarrollarse ningún tipo de vida en la tierra.
En la actualidad se está lanzando demasiados gases a la atmósfera, como el dióxido de carbono generado por la quema de combustibles, que aceleran dicho efecto.
Esto acarrea que la temperatura media terrestre aumente produciendo grandes cambios climáticos: sequías, tormentas, zonas fértiles convertidas en desiertos, derretimiento de hielos y glaciares y como consecuencia de esto último, vastas regiones quedaran sumergidas bajo las aguas de los océanos, que elevarán visiblemente su altura.
Estos cambios anunciados durante décadas por los científicos, están siendo visibles ya en estos momentos, pero la humanidad con su natural autodeterminación en la autodestrucción sigue avanzando hacia el caos día tras día.
A fin de comprender los efectos de todos los gases en conjunto, los científicos tienden a hablar de todos los gases de efecto invernadero en términos de la cantidad equivalente de CO2. Desde 1990, las emisiones anuales han aumentado en cerca de 6 millones de toneladas del “equivalente de dióxido de carbono” en todo el mundo, un aumento de más del 20%.
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